Me regalaron un paquete de semillas de girasol. Y pensé, ¡qué lindo es este girasol!, aunque era la semilla nomás. Planté el girasol y pude disfrutar de cómo creció poco a poco. Necesité regarlo, invertir tiempo y cuidado para verlo crecer. Lo mismo es con nuestros hijos, que para verlos crecer sanamente, hasta alcanzar su máximo potencial, debemos darles amor, cuidado y protección. Así como plantamos una semilla de girasol que crece y se multiplica para producir más girasoles, debemos sembrar en nuestros hijos lo mejor de nosotros, porque se van a multiplicar para hacer grandes cosas.
1. El poder de una semilla
Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche. Génesis 8:22
La siembra y la cosecha es una ley espiritual. Desde el principio, Dios dispuso que la tierra produzca el fruto necesario para el sustento de la vida. Para todo lo que sembramos, hay una cosecha. Sembramos semillas de manzana y la tierra producirá manzanos. El agricultor que planta tomate no está esperando que brote un árbol de manzana. Los dos son rojos. Pero son muy diferentes. Él está esperando tomate. Él está esperando una cosecha de lo que plantó.
2. Semillas con propósito. Viviendo intencionalmente para Dios.
El malvado hace obra falsa, pero el que siembra justicia tendrá una verdadera recompensa. Como la justicia es para vida, así el que sigue el mal lo hace para su propia muerte. Proverbios 11:18-19
Sembrar semillas con propósito es vivir intencionalmente. Es tomar decisiones diarias que nos llevan a hacer lo correcto, y así poder cosechar la bendición.
Y la semilla cuyo fruto es la justicia se siembra en paz por aquellos que hacen la paz. Santiago 3:18
Sembrar justicia es hacer lo correcto ante el Señor. Todo lo que plantamos tendrá su cosecha. Si plantamos semillas de bondad, fe o de amor, lo hacemos creyendo que la cosecha vendrá, entendiendo que Dios tiene su tiempo, que a veces no es nuestro tiempo, pero su tiempo es perfecto. Vivimos intencionalmente, sembrando la Palabra de Dios, y lo que cosechamos es su bendición y su favor.
¿Qué estás sembrando hoy? ¿Qué estás sembrando en tus hijos? ¿Qué estás sembrando en tu familia? ¿Qué estás sembrando en tu lugar de trabajo? Como hijos de Dios, somos el canal de su bendición para quienes nos rodean. Llevamos su presencia, su amor, y toda su gracia y favor.
3. La ley de la multiplicación. Tu cosecha es mayor que tu semilla.
El que da semilla al que siembra y pan para comer, proveerá y multiplicará la semilla de ustedes y aumentará los frutos de la justicia de ustedes. 2 Corintios 9:10
Cuando era niña, teníamos con mi familia una granja donde sembrábamos árboles de manzanas. En una manzana hay 5 a 8 semillas. Una semilla es suficiente para que crezca un árbol de manzana. Pero un árbol de manzana produce entre 200 y 800 manzanas anualmente, y puede vivir entre 20 a 100 años. Así que, una semilla de una manzana puede producir miles de manzanas en su vida.
Y pienso en un entrenador de natación llamado “coach Johnson”, quien hace unos 50 años sembró una poderosa semilla en un joven llamado Emilio Javier Abreu de Gasperi. Le entregó un libro sobre apocalipsis, y captó su atención.
Emilio recibió a Cristo Jesús, y el resto es nuestra historia como Iglesia. Una semilla que creció y es un gran árbol que produce un sinfín de miles y miles de personas que son parte de la Iglesia o que salieron de esta iglesia para abrir otras en muchos lugares de Paraguay y otras naciones. No es solamente una iglesia CFA, son también dos colegios, 40 comedores, tendremos una Universidad. Con una semilla, ¡no hay límites!
Tu vida es una semilla que Dios planta para mostrar que se puede vivir una vida de fe. Plantamos para cosechar. La multiplicación es grande. La cosecha siempre es mayor que la semilla. Debemos ser generosos en dar amor, gratitud, misericordia, servicio, para que Dios pueda multiplicar nuestros esfuerzos más de lo que podemos imaginar.
4. Sembrar con lágrimas, cosechar con gozo. Confiando en Dios en tiempos difíciles.
Los que sembraron con lágrimas, con regocijos segarán. Irán dando y llorando el que lleva la preciosa semilla. Más volverá a venir con regocijo trayendo sus gavillas. Salmos 126:5-6
El tiempo de Dios es perfecto, aun en medio de tiempos difíciles. La vida tiene dificultades. “Sembramos con lágrimas”; las lágrimas son buenas para “limpiar los ojos”. Con las lágrimas podemos cosechar al ver y entender que un ser querido entró en la eternidad. El Señor nos llena de su paz cuando elegimos dar gracias en medio del dolor. Uno elige decir: “Señor, tu tiempo no es mi tiempo, yo sé que ahora ellos están contigo. Yo sé Señor que solamente cambió su dirección. Y ahora está en tu presencia”.
Dar gracias en todo, no es fácil, pero se puede. “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”. 1 Tesalonicenses 5:18
Dar gracias en todo, es la voluntad de Dios. Podemos preguntarnos: ¿por qué voy a dar gracias si perdí mi trabajo? ¿Cómo voy a dar gracias cuando murió mi marido? ¿Cómo voy a dar gracias si falleció mi hijo? Pero cuando damos gracias en medio de la dificultad o la frustración, recibimos las fuerzas que vienen del Señor. Lo que no entendemos, no lo queremos hacer. Pero, en obediencia damos gracias porque es la “bisagra” que abre la puerta a la esperanza y la paz.
“Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre. Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios”. Hebreos 13:15-16
Tiempos de dolor o de dificultad son la mejor oportunidad para alabarle. Ofrecer un sacrificio de alabanza, al decir: “Señor mi vida es tuya, yo sé que vos estás en control de cada cosa que me pasa y solamente quiero decirte gracias”.
La acción de gracias revela nuestra plena confianza en el Señor, en que es Él quien nos lleva de gloria en gloria, de victoria en victoria. Entonces alabémosle como un sacrificio que agrada a Dios. Sembramos con lágrimas, pero cosechamos la presencia de Él con gozo.
5. Cuidado con sembrar en la carne. Las consecuencias del pecado.
Como yo he visto, los que aran iniquidad y siembran injuria, la siegan. Job 4:8
Una semilla de bondad puede llevarnos a grandes bendiciones. Igual una pequeña semilla de pecado, puede llevarnos a una gran destrucción. Nosotros debemos escoger, debemos cuidar lo que sembramos.
Lo que vos y yo sembramos cosecharemos mañana, y lo cosecharemos por la eternidad. Cosechamos bendición y vida eterna, cuando sembramos fidelidad, santidad y amor.
No os engañéis, Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción, mas el que siembra para el espíritu, del espíritu segará vida eterna. No nos cansemos pues de hacer bien, porque a su tiempo segaremos si no desmayamos. Gálatas 6:7-9
¿Qué estamos sembrando? Cuidemos nuestro espíritu. Lo que leemos y meditamos alimenta nuestro espíritu. Sembremos en nuestras vidas la Palabra de Dios para poder crecer, para tener respuestas, para ayudar a otros, para enseñar, para guiar, para ir y hacer discípulos, para vivir en obediencia a la Palabra. Lo que sembramos, sin duda lo cosecharemos. El pecado siempre tiene consecuencia en tu vida ahora y eternamente. Necesitamos ser cuidadosos de lo que permitimos en nuestro corazón, en nuestra vida. Elegimos sembrar según el espíritu y no según la carne.
6. Cosechando lo que otros han sembrado. Bendiciones o maldiciones generacionales.
Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios. Deuteronomio 28:2
Así que si obedecemos y hacemos lo que Él pide, podremos vivir una vida bendecida.
Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el convenio y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones. Deuteronomio 7:9
La bendición será de generación a generación hasta las mil generaciones; a los que le aman y guardan sus mandamientos. Lo que sembramos hoy lo cosecharán nuestros hijos, nietos, bisnietos y tataranietos.
Hace unos cuarenta y dos años que un grupo de misioneros norteamericanos en Paraguay, sembraron la semilla de la Palabra de Dios. Los Hedman, los Brown, los Ditrolio, entre otros. Aunque ellos muchos años antes ya estaban sembrando en Paraguay y haciendo un hermoso trabajo.
Nosotros necesitamos ser agradecidos por la buena semilla que nosotros recibimos. Buena semilla. Y tenemos siempre la oportunidad para poder seguir.
¿Qué dice en Juan 4:37-38?
Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega. Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores. Juan 4:37-38
Tenemos un legado de fe en Paraguay, como Iglesia en esta nación estamos espiritualmente creciendo y no tenemos límites. Estamos en un tiempo para la cosecha. La cosecha de bendición. Tenemos la oportunidad de construir sobre el legado de fe que tenemos, la oportunidad de seguir sembrando la preciosa semilla del evangelio de Cristo en los corazones.