El llamado de Dios es dejar huellas en tu generación

Todas las personas necesitamos tener metas y desafíos, para levantarnos todos los días con la motivación de alcanzar algo.

Como estamos terminando el año quizás estarás evaluando tu metario y dándote cuenta que no has alcanzado todo lo que te propusiste.

Y como hijo de Dios que te alimentas de la palabra sabes que en estos casos no debes frustrarte, sino lo que Dios te dice en su palabra a través de la carta a los filipenses es que debes dejar lo que queda atrás y proseguir a la meta.

Conocemos bien estas palabras y la usamos para llenarnos de entusiasmo, fe y trazarnos nuevas metas para el siguiente año.

Pero hoy mi intención es desafiarte un poco más y tomar esta palabra dentro del contexto e intenciones reales que tenía Pablo. Si leemos bien este capítulo de la carta vamos a darnos cuenta que realmente no nos hablaba de una meta terrenal, sino de una meta suprema y su llamamiento o propósito en Cristo Jesús como motivación principal. Pablo nos dijo;

 “Hermanos; no piensen solo en las cosas terrenales porque es para perdición, sino que más bien entiendan que su ciudadanía es en el cielo, ahí de donde también esperamos a nuestro Salvador.” Filipenses 3:20 Que importante es entender esto cuando hablamos de meta y motivación. 

Con esto hoy te quiero animar a que, evaluando tus metas de este año, lo hayas logrado o no, busques a Dios para que en el 2020 que se avecina no solo establezcas y sirvas de acuerdo a metas terrenales, sino que sirvas de acuerdo a los propósitos de Dios.

Las metas son transitorias y nuevas todos los años, pero los propósitos son eternos

Es vital que tengas metas claras y trabajes para cumplirlas, pero chequea que estén de acuerdo al propósito que Dios tiene para vos. Tus metas no son la motivación final, sino que estas sirvan para llevarte a estar cada día más cerca del supremo llamado que tenes en Cristo Jesús.

Esto es lo que te tiene que sacar el sueño y llevarte a velar. Este es tu motor de todos los días y de cada año. 

¡Si solo tienes metas entonces existes, pero si tienes propósito entonces vives!

Dios no te creo para cumplir metas porque que una vez que las alcanzan ellas quedan ahí. El llamado de Dios es dejar huellas en tu generación. 

Y esto es precisamente el contexto en el cual Pablo nos alentó en esta epístola. 

¡Anímate! No pretendas haberlo alcanzado ya, extiéndete hacia adelante, márcate nuevas metas y prosigue hacia ellas. No te detengas, ni mires atrás. Lo mejor está por delante.

¡Tú galardón será grande en el cielo si vences a la frustración y permaneces en el propósito de Dios para tu vida! ¡Todavía falta para terminar el año, y Dios quiere hacer un milagro en tu vida si te animas a creer!

 

¡Te bendigo en el nombre de Jesús y deseo que seas prosperado en todo!

Por Patricia Guerreros.